Me pasa parecido pero más seguido en Linux que en Windows.
¿Es sarcasmo o en verdad nunca has usado Linux un tiempo intentando aprender? Porque en Linux no tienes el
bloatware que sí viene en Windows. Tampoco te imponen actualizaciones forzadas cuando a Microsoft se le antoja; puedes pasar seis meses o más sin actualizar y todo seguirá funcionando bien luego de un update. Si por casualidad una actualización causa problemas, normalmente basta con usar
Timeshift o
Snapper para volver al estado anterior. Si el error proviene del kernel, simplemente regresas a uno anterior y sigues trabajando sin inconvenientes en pocos minutos, no pasa como en windows que te hace updates forzados de controladores y tu hardware deja de funcionar y no sirve de nada quitar el update porque sigue fallando.
Si utilizas una versión estable de Linux, no deberías tener problemas tras una actualización. Y si te gusta vivir al límite, tienes tiempo y ganas, siempre puedes usar una
rolling release. En Linux puedes personalizar prácticamente todo; en Windows no. Si no te convence una distro, cambias a otra, y si tienes el conocimiento, puedes incluso crear tu propia distribución o trabajar con
Linux From Scratch (LFS). La documentación es abundante, puedes modificar cualquier cosa, compilar tu propio software y estudiarlo si quieres. También tienes la posibilidad de optimizar el sistema desde el mismo kernel.
En Linux disfrutas de libertades que no existen en Windows. Este último es más cómodo, sí, pero más allá de eso no destaca demasiado. Y lo de “cómodo” lo pierde si no usas una edición LTSC, porque si trabajas con una versión Home o Pro de Windows 11 dependes de que los errores que Microsoft introduzca en sus actualizaciones no sean demasiado graves.
Si el Windows 11 actual fuera parecido a lo que en su momento fue Windows 7, probablemente nunca habría usado Linux. Pero Windows 11 es pésimo y devora recursos de manera absurda. Los problemas que me causó Windows 11 fueron el motivo principal que me llevó a buscar una alternativa, y así terminé usando Linux. No fue por curiosidad ni por ganas de experimentar con otro sistema, sino por la necesidad de huir de Windows 11 y la sensación de no tener otra opción. La decisión absurda de Microsoft de cortar el soporte a Windows 10 y obligarnos a migrar a Windows 11 solo confirmó que contar con una alternativa a Windows es lo más sensato y Linux es eso, una alternativa a lo pésimo que resulto ser Windows 11.