Linux me encanta… pero siempre termino volviendo a Windows.
La verdad, me gusta Linux. La idea de tener un sistema rápido, libre, limpio y sin tanto "espionaje corporativo" me seduce cada vez que me aburro de Windows. He probado Ubuntu, Debian, Mint, Pop!_OS… y siempre comienzo motivado, sintiéndome casi un hacker.
Pero después de unos días pasa algo:
🔹 Ese programa que uso todos los días no está.
🔹 El driver de la impresora se pone mañoso.
🔹 Hay que abrir la consola para resolver un detalle mínimo.
🔹 O simplemente extraño la compatibilidad total de ciertas apps o juegos.
Y ahí, sin darme cuenta, vuelvo a instalar Windows.
¿Cómodo? Sí.
¿Pesado? También.
¿Funciona todo sin tener que buscar soluciones en foros? Casi siempre.
¿Me espía un poco? Probablemente. Pero ya le saqué la búsqueda con Bing y le tapé la cámara con un post-it 😅
En fin, Linux es como esa pareja que sabes que es buena para ti… pero Windows es la tóxica con la que terminas volviendo porque tiene Netflix, Spotify y Office sin drama.
Te respondo desde mi propia experiencia con Linux, ya que al principio tenía una forma de pensar parecida a la tuya. Lo primero que hay que entender es que Linux no es como Windows (y no lo seran porque son sistemas operativos totalmente distintos); de hecho, Linux es un sistema
Unix-like, diseñado basándose en estándares y principios de Unix. Por esta razón, guarda más similitudes con BSD o macOS que con Windows, el cual sigue un camino completamente distinto.
Nunca vas a encontrar programas de software privativo como Adobe Creative Cloud funcionando de manera nativa en Linux, y no es un tema técnico, sino de negocio. Las empresas que desarrollan ese software no quieren distribuirlo en Linux, ya que mantenerlo supone un costo elevado frente a una cuota de mercado muy pequeña, con pocos usuarios potenciales. Con Microsoft Office ocurre algo similar, y de hecho es uno de los mayores impedimentos para que muchos usuarios de Windows migren a otros sistemas. Si Office estuviera disponible en Linux o BSD de la misma manera que en Windows y macOS, Microsoft perdería una parte importante de su mercado. Por eso, es poco realista esperar que este tipo de software exista en Linux en las mismas condiciones que en Windows. Una vez que entiendes y aceptas esta realidad, puedes empezar a usar alternativas como LibreOffice u OnlyOffice, o incluso acostumbrarte a ellas en Windows antes de migrar, para que la transición sea más sencilla.
El tema de los controladores de impresora también es un punto delicado. La mayoría de fabricantes ofrece únicamente controladores genéricos para Linux, lo que permite imprimir, pero no aprovechar todas las funcionalidades que sí existen en Windows. Esto solo se convierte en un problema si trabajas diariamente con impresoras, o si dependes de funciones avanzadas (como imprimir planos o realizar ajustes de alta precisión). De nuevo, esto no es una limitación de Linux, sino una decisión de los fabricantes que no priorizan dar soporte completo a este sistema.
Por otro lado, eso de que en linux “siempre hay que usar la consola”. En realidad, no es cierto. Hoy en día, distribuciones como Ubuntu o Linux Mint permiten hacer prácticamente todo desde la interfaz gráfica, sin necesidad de abrir la terminal de comandos. Tal vez en las primeras distribuciones era necesario, pero en 2025 se puede manejar perfectamente un sistema Linux sin tocar la terminal, salvo que quieras profundizar más o realizar configuraciones específicas.
Finalmente, el tema de los juegos y algunas aplicaciones tampoco se debe a limitaciones técnicas de Linux, sino a las decisiones de las propias empresas desarrolladoras. Gracias a Steam y al trabajo realizado en su compatibilidad, hoy en día muchos juegos funcionan muy bien en Linux. Sin embargo, todavía existen barreras en títulos que dependen de sistemas de
anticheat intrusivos, que requieren ejecutarse a nivel de kernel y que, en la práctica, actúan casi como un Malware en toda regla.