Mucho Texto: Domy, mi gatita extraviada y sus hermanas.

Dettlaff

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27 Octubre 2010
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Era mayo de 2019, fecha de mi cumpleaños. Me despedí de mi mujer de manera normal, un día más de trabajo para ambos. Cuando retorno al departamento, noto en el rostro de mi mujer un inquietante dejo de felicidad, Me abraza, lo que no es extraño, es algo común entre nosotros. Me pide que me asome a la habitación que le tenemos a mis hijos para cuando vienen a quedarse (no son hijos de ella, pero la aman como si lo fuese), y ahí estaba ella: Naranja con blanco ojos almendras, no más de dos meses.

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Mi primer contacto físico con ella fue nariz con nariz. Como buen descendiente italiano, mi nariz es prominente y cuando me acerco a un bebé humano, es lo primero que me agarran. Con la bebé gatuna no fue diferente, aunque ella, en vez de agarrarla, optó por acercar su nariz a la mía. Decidimos llamarla Domy. Los primeros días no fueron del todo fácil, más en madrugada, cuando nos despertaba con su tierno llanto. Recuerdo que Domy, además, solía esconderse cada vez que me veía. De seguro mi nariz ya no le parecía tan simpática. La pequeña creció, tuvo sus vacunas, esterilización, buena comida y mucho, pero mucho amor. Se convirtió en regalona de ambos, solía ver televisión en los hombros de mi mujer, dormir en medio de ambos o recostarse encima de alguno de los dos. Cuando llegábamos de nuestros trabajos, corría desde la puerta a la alfombra del living, nos mostraba su panzota y ponía su cara de lado. Ahí se quedaba hasta que la besábamos.

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Domy creció sana, regalona y con hábitos que hasta entonces, yo desconocía de estas criaturas. Después de once, se arrimaba a mi escritorio, mientras yo preparaba o revisaba mis clases. A las 22:00 en punto se ubicaba al lado de la puerta, mientras me miraba y maullaba, como diciéndome "anda acostarte poh". Luego, venía el ritual del churu: Se subía al mueble donde los almacenábamos y desde nuestra pieza debíamos llamarla ambos: "Domy bebé, toma", y llegaba cual rápido llega @Peacemaker a banear u @Oveja Negra a decirnos que se ve de 31.

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Al año, decidimos que Domy necesitaba compañía. Adoptamos una Carey, huraña como ella sola, pero que forjó un increíble lazo maternal con Domy. Le llamamos Manchy.

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Domy se comportó como su madre. La lavaba, la acurrucaba al dormir. Se convirtieron en inseparables, mientras Manchy, a su modo, también se convertía en regalona

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Con la llegada de la pandemia, estas bellezas fueron felices. Sí, nos tenían todo el día acá y su presencia tampoco pasaba desapercibida para nosotros. Siguieron creciendo, muy diferentes entre sí: Domy comía todo lo que pillase, mientras Manchy solo comía comida para gatos. Domy, cariñosa y celosa, Manchy solo se dejaba acariciar cuando estaba por dormirse. Siguieron creciendo, bellas, sanas, amadas.

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Nuestra vida de familia multiespecie transcurría normal, nosotros trabajando, ellas disfrutando de los placeres de la vida. Un mal día de octubre del 2021 cargamos el auto con algunas prendas y nos fuimos a Rapel, donde nos esperaba una f pareja amiga para pasa el fin de semana a la orilla del lago. Cuando volvimos, abrimos la puerta del departamento y primer detalle: No estaba Domy, como era de costumbre y, en segundo lugar, estaba Manchy, que salió corriendo a refregar su cuerpito al de nosotros. Algo andaba mal. Buscamos a Domy por todo el departamento, dimos vuelta todo, pero ella no estaba. No pude evitar llorar, mientras trataba de levantar a mi mujer, que se encontraba de rodillas apoyada en el Sofá. Preguntamos y revisamos cámaras en conserjería, nada. Salimos de inmediato a recorrer el barrio. Nada. Al día siguiente, teníamos ya impreso 500 afiches y comenzando la semana, ya tenía varias escuadrillas de alumnos dispuestos a ayudarnos con la difusión de Domy. Mientras, Manchy dejó de comer y solo pasaba en el balcón. El tiempo pasaba, recuerdo que salíamos a las 23:00 del depto y volvíamos a las 02:00. Nuestra Domy no aparecía y nuestra Manchy, cada vez más sola. Decidimos adoptar otra bebé, la llamamos Taly.

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Nuestras búsquedas no cesaron, pero si las acortamos en su duración. Manchy tardó solo tres días en aceptar a la nueva integrante y Domy no aparecía. Llegado el verano de 2022 decidimos no salir, con la esperanza de que nuestra bebita volviese. Ya para marzo, retomamos nuestra vida normal, dejamos de pegar carteles y publicar en redes. Siempre le digo a mi pareja, y a estas alturas es mi único deseo: Espero que Domy no haya sufrido mucho, si la atacó un perro o alguien la atropelló, que haya sido rápido.

Por cierto, la última bebé tiene ya más de un año. Por esas cosas de la vida, es sentir a Domy en ella, hace todo lo que nuestra bebé hacía.

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Tengo muy pocas fotos de ella, desconozco la razón, pero prefiero tomarla en brazos, besarla y no perder tiempo.
 

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